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“MADRE DE LA SOLEDAD”
Aquí estás, Madre, ¡Sola! entre la gente,
herida por la triste desventura,
no hay nadie que acompañe tu amargura,
por la solemne ruta penitente.
No te queda ni llanto, no te queda
ni una lágrima solo en la mejilla,
pues partiendo el ramal de tu semilla
ya te han dejado sola en la vereda.
Que se ha cumplido en Dios la profecía
para secar las aguas de tu llanto,
y ante la amarga luz del Viernes Santo
sólo llevas dolor por compañía…
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Más, ¡Quien fuera camino en tu camino!
-ardiente resplandor de luna llena-,
-¡Quien fuera corazón ante tu pena
por aguardar la espada de tu sino…
¡Quien pudiera seguir tu singladura,
o hacerse amigo fiel por el sendero!
¡Quien pudiera ofrecerte el pecho entero
para tus siete espadas de amargura!.
Que sólo así, bebiendo de tu fuente,
compartiendo, María, tu desvelo,
podrá llegar a ser, bajo tu cielo,
corona y corazón sobre tu frente.
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